¿Cómo leer, aprovechar y aprender de un libro?
La experiencia de leer un libro o consumir su contenido en cualquiera de los formatos que existen en la actualidad (físicamente, en digital o audiolibro) es particularmente diferente para cada persona, que van desde hacerlo por entretenimiento, hasta por aprendizaje o adquisición de algún conocimiento específico.
Como ávido consumidor de libros, me gusta siempre estar buscando la forma de aprovechar, al mismo tiempo que disfrutar, un libro cuando lo leo, por lo que con los años he ido aprendiendo y creando ciertos comportamientos relacionados a la lectura (como el de aprovechar cada libro), que me han servido para aprender siempre de cada uno.
Leer un libro, aunque sea con objetivo de aprendizaje, no significa memorizar su contenido, sino aprender de él. Y es que siempre hay datos importantes que representan hechos particulares o contexto objetivo para el aprendizaje que seguramente valdrá la pena que se queden en el conocimiento. Pero para ese efecto hay muchas implicaciones en lo que la memoria representa, como la importancia natural de los datos o la asociación emocional que se vaya teniendo al aprenderlos.
En mi experiencia consumiendo contenido de libros en sus diferentes formatos, he podido identificar varias oportunidades de aprendizaje, de acuerdo sea el caso:
¿Cómo aprovechar los libros que nos gustan?
Con los libros que si nos gustan, muchas veces acostumbrarlos a leerlos más de una vez lo cual está bien por el gusto, pero cuando no es el caso de «re-lectura», la forma que a mí me ha funcionado para aprovecharlos y aprender de ellos, es la siguiente:
- Las partes del libro que me gustan las subrayo (con libros digitales o físicos) o las anoto (en el caso de los audiolibros). Yo considero como partes que me gustan: cualquier referencia, frase, definición o momento que me hacen asentir la cabeza mientras lo estoy leyendo. Es importante identificar cosas que destaquen del libro, que naturalmente es diferente para cada lector, de acuerdo a su criterio subjetivo.
- Al terminar el libro: leer nuevamente las partes subrayadas. Esto sin dejarse llevar por el resto del contenido, porque es una forma de recordar los momentos importantes y naturalmente la memoria va a ir asociando con el motivo por el que se consideró así y con la narrativa que llevaba para ese entonces.
- Comentar el libro con alguien o escribir al respecto. Esto me ayuda a expresar desde mi perspectiva (sin recurrir a las notas, a las partes subrayadas o directamente al libro) lo que para mí fue la interpretación del libro, lo que consolida el aprendizaje y al mismo tiempo sirve para propagar el interés en alguien más.
- Leer reseñas del libro o comentarios en cualquier sitio (Goodreads, Amazon, incluso videos de Youtube o podcast). Esto ayuda a ampliar la perspectiva y considerar aspectos que posiblemente obviamos por algún sesgo puntual de nuestra interpretación o personalidad, pero que a veces resultan de valor.
¿Qué pasa si no me gusta el libro?
Esta es una de las cosas que más me ha costado asimilar por mi obsesión en no dejar cosas incompletas, pero con el tiempo he aprendido y valorado que si a cierta etapa del libro, no me entusiasma por seguir sabiendo lo que viene, prefiero dejarlo allí. Y este criterio es subjetivo, porque dependerá del nivel de tolerancia de insatisfacción de cada persona.
Pero hasta de los libros incompletos o de los libros que logramos terminar a la fuerza aunque no nos gustaran, podemos aprender algo y estas son algunas de esas cosas que yo he identificado:
- Identificar cuál de los aspectos fue el que nos aburrió en la lectura/escucha del contenido (y así considerarlo en la selección de próximos libros). Yo me he topado con los siguientes: narrativa (aburrida o sin estructura consecuente), muchas referencias técnicas sin contexto que ayude a entenderlas, repetición o redundancia en el estilo de redacción y que me dejé llevar por la sinopsis que acompañaba el título (me pasa cuando quiero ser experimental en algún tema nuevo).
- Reconocer el motivo por el cual comenzamos a leer el libro. Si la razón por la cual comenzamos a leer un libro que no nos terminó enganchando, fue adquirir un conocimiento, por ejemplo, no deberíamos desistir en el aprendizaje, cuando a lo mejor fue ese libro en particular el que no nos gustó y pueden haber alternativas más apropiadas para abordar ese conocimiento.
- Valorar el experimento. Si el motivo por el que comenzamos a leer un libro que al final no nos gustó fue la curiosidad de un tema nuevo que no nos terminó de interesar, se puede aprovechar la oportunidad de valorar la diversificación de conocimientos, de forma general al menos y en la que podemos quitarnos la duda si un tema nos gustaría o no.
Al final, un libro es una experiencia de vida más, de la cual podemos aprender, pero sobre todo, tenemos que disfrutarla. Y desde mi perspectiva, no hay nada que se disfrute más que aprender, entonces para mí la experiencia de leer libros se vuelve una redundancia infinita entre «disfrutar aprendiendo».