La consideración porcentual para superar «malas rachas»

Es común que en alguna etapa de nuestras vidas, nos sintamos que estamos tomando decisiones que no provocan los resultados que esperamos y atribuyamos esto a una «mala racha» o un mal momento. Por ejemplo: las indecisiones constantes sobre «si estoy estudiando la carrera que quería estudiar, pero no la abandono porque ya llevo 3 años estudiándola» o las situaciones negativas particulares como haber terminado una relación personal que ocupó una buena cantidad de años de la vida y lamentarse por el tiempo perdido.

Y no está mal cuantificar el impacto de los resultados negativos o de las «malas rachas» vividas, pero mientras se esté pasando por ese momento lleno de perspectivas negativas combinadas con incertidumbre de cómo será todo, en el futuro cercano o a largo plazo, todos esos pensamientos tienen efectos colaterales negativos en el ejercicio de la rutina habitual (comer ordenadamente, enfocarse en las tareas puntuales diarias, la realización de actividades de impacto positivo como el ejercicio o interacciones sociales con personas, entre otros).

Por lo que un ejercicio que me ha servido a mí personalmente, es considerar todo desde una perspectiva porcentual, de forma que genere esperanza en su interpretación. Por ejemplo: Cuando una persona está insegura sobre la vocación para la carrera que está cursando, pero indecisa si desistir o cambiar porque «ya lleva 3 años concluidos» y si tiene claro que no es lo que quiere para su vida, considerar el tiempo «desperdiciado» podría representar un obstáculo grande para lograr hacer la transición, pero la perspectiva porcentual podría tranquilizar la interpretación de una forma objetiva, con algo como «Tengo 23 años, si actualmente ‘desperdicié’ 3 años en una carrera que no me gusta y seguramente quiero cambiar, eso apenas representa el 13% de mi vida, el cual conforme vaya pasando el tiempo, será un porcentaje de menor impacto: cuando tenga 30 años, esos 3 años ‘desperdiciados’ representarán apenas un 10% de mi vida, cuando tenga 60 años, apenas un 5%, por lo que permite fortalecer la interpretación de que todo en el tiempo se disuelve a favor de lo que conviene o la tranquilidad del presente.

¿Qué se puede considerar usualmente como malas rachas y cómo cuantificar porcentualmente ese tiempo, para quitarle impacto?

Las «malas rachas» son relativas a las experiencias de mayor impacto personal para cada persona, pero usualmente y las más comunes, son:

• Una carrera que no me gustó y tuve que cambiarla, motivo por el cual se considera una pérdida de tiempo en función del tiempo dedicado.
• Una relación que se terminó, motivo por el cual el tiempo que duró, representa un impacto en la interpretación como «desperdicio» o una renuencia a la aceptación de lo ocurrido.
• Un trabajo o proyecto al que se le dedicó mucho tiempo, pero al final no otorgó resultados convenientes para la propia expectativa personal definida en función del propio tiempo que se le dedicó.

Con el transcurrir del tiempo y en función de las veces que se tenga que repetir experiencias similares como las descritas previamente, se van generando técnicas propias de asimilación del cambio, sin castigarse con una perspectiva de «tiempo desperdiciado» y ¿cómo se puede cuantificar porcentualmente el impacto en tiempo para generar objetividad en su interpretación?

Lo que duró la «mala racha» o mala experiencia en tiempo (años o meses) se debe dividir dentro del tiempo que se lleva de vida (edad actual), para entender que esa definición porcentual, con el tiempo se va a ir reduciendo, así como el impacto de la interpretación negativa del «desperdicio de tiempo».

Las «malas rachas» o malas experiencias son parte de la experiencia de vida, las cuales como cualquier cosa en el pasado, no se puede cambiar, pero si aprender de él, por lo que para objetivamente facilitar la transición, es importante apoyarse en cualquier perspectiva objetiva como esta de la consideración porcentual, para poder seguir adelante.